ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En la emblemática Puerta del Sol, se celebra el fin de un año y el comienzo de otro. El brillo del champagne y las uvas se mezclan con el olor a alquitrán que cubre el suelo. Los petardos estallan, borrando los sonidos del pasado y animando nuestros corazones para aceptar que un año más ha pasado.
El reloj antiguo marca el paso del tiempo, año tras año, con cinco minutos adicionales antes de la cuenta regresiva. Es el momento de hacer un balance de lo bueno y lo malo, de reflexionar sobre lo vivido en el año que termina.
En esta fiesta, se reúnen marineros, soldados, solteros, casados, amantes y curas despistados. Entre gritos y risas, los españoles, altos y bajos, unidos por una vez, celebran juntos.
Se reconoce la ausencia de aquellos que ya no están, pero se brinda por ellos. Se espera que los vivos despierten y que el próximo año nos traiga risas. Se cuenta en secuencia, de uno a siete, marcando el ciclo continuo del tiempo.
Se despide el año con gratitud y se pide a Dios que el próximo sea aún mejor, que la suerte nos sonría. En la Puerta del Sol, el champagne y las uvas brillan una vez más, marcando el paso del tiempo y la esperanza de un futuro próspero.