En París perdí el amor que me tenía

ANÁLISIS | SIGNIFICADO

En el Soho se encuentra un acogedor café donde encuentro refugio, pero fue en París donde perdí el amor que me pertenecía. Sumido en la melancolía, recostado en el sofá de mi propio Macondo, me siento solo, más que incluso los legendarios Buendía. En algún momento olvidé que la rutina es como el postre en el menú de aquellos que afrontan la vida de manera destructiva. Comprendí que no se puede alcanzar la cima escarbando constantemente, ni se puede lamentar la ausencia de lluvia en medio de la sequía.

Anhelo escapar, quizás liberarme de todo, simplemente deseo estar en soledad permitiendo que el silencio me envuelva. Al mismo tiempo, siento la necesidad de regresar, sin saber exactamente por qué, tal vez para poder pedir perdón. Experimento una extraña dualidad de deseos, en un constante vaivén entre querer nada y luego ansiar todo, para luego perderme nuevamente en la confusión.

Mis sueños giran en un ciclo eterno que gira en torno a tu ausencia, mi tristeza se vuelve una compañera presumida y ya me estoy acostumbrando a esta sensación de tortura emocional. Mi nostalgia se desborda en la bruma de los porros de la Habana, mientras mi pelota aún rebota en las calles de la Antigua. Pero incluso con tu nombre presente, el crucigrama de mi existencia no parece estar completo, y me doy cuenta de que el amor, a veces, puede ser tan absurdo como idiota.

En el Soho, ese refugio conocido, sigo escondiéndome, sin embargo, fue en la ciudad de París donde dejé escapar el amor que me pertenecía. La melodía de estos sentimientos resuena en mi interior como un eco melancólico, recordándome que la vida está llena de momentos de pérdida y búsqueda de redención.