ANÁLISIS | SIGNIFICADO
En una animada discoteca, me crucé con una mujer de mirada hipnótica. Me acerqué, pero ella no entendía nada. La observé, me observó y me lancé como un torbellino. Comparado conmigo, Fred Astaire parecía estático y torpe. Le di un beso sonoro en los labios, de esos que retumban en la pista de baile endiabladamente. La cogí, la solté, la atrapé de nuevo y sin aliento la dejé. Cayó entre mis brazos, enamorada y prendada. La sujeté por las caderas y la convertí en mermelada. Se dice así, ¿verdad? Y luego… ¡Qué idea! ¿Pero cuál idea? ¿No ves que ella no está interesada? ¿Qué idea? ¿Pero cuál idea? Emaliziosa pero sabrá cómo dominar a un bravucón ridículo como tú. ¿Y qué tienes tú de especial que los demás no tienen? ¿Qué idea? ¿Pero cuál idea? ¿No ves que ella no está interesada? ¿Qué idea? ¿Pero cuál idea? ¡Cuidado, ella sabe jugar largo! Te hará dar vueltas en círculos sin conseguir lo que pretendes, y, ¿qué recibirás tú a cambio al final? Una idea cruzó mi mente y la llevé a mi guarida. Le serví un refresco y ella soltó una carcajada. Se aferró a mi whisky y se bebió cinco litros de un trago. Parecía que todo iba de maravilla, me besó, la besé, de repente la atrapé. Se zafó de mis brazos, me miró, la miré, la cogí, la acaricié, en su rostro de hada, pero parecía una patata. La atrapé, la revolver, y la convertí en una tortilla. Se dice así, ¿verdad? Y luego... ¡Qué idea! ¿Pero cuál idea? ¿No ves que ella no está interesada? ¿Qué idea? ¿Pero cuál idea? ¿No ves que ella no está interesada?