El canto del gallo

ANÁLISIS | SIGNIFICADO

En medio del bullicio de la feria, se percibía el jolgorio desde lejos, con acentos extraños entre la gente que se iba cruzando en el camino. Un grupo de muchachas y una anciana levantaban sus faldas para bailar, mientras un joven jugaba con atrevimiento y orgullo local. Algunos daban dinero para que la música nunca cesara, para que el músico callejero sudara su condición de vagabundo.

En la hora del aperitivo, el tiovivo aún no funcionaba, y el músico buscaba refugio en la sombra de una acera, sintiendo el aroma a flor que se desprendía de una ventana. Mientras tanto, la sangre corría en la plaza como un vino común, y las plumas de los gallos seguían flotando en el aire.

Un mensaje claro se escuchaba en el ambiente: 'Dejad paso, forastero, las damas se han retirado del bar. El gallo cantó de pasión, pero esta es mi canción y el baile está por comenzar'. El músico tomaba su vaso, sintiéndose suspendido en la luz artificial, mientras un ebrio imitaba el canto del gallo a su lado.

Se deslizó por una callejuela antes del amanecer, silbando suavemente al pasar junto a una ventana enrejada. Nadie reconocía la melodía, inventada especialmente para la ocasión, mientras se adentraba en el camino para contemplar las últimas sombras. En sus pensamientos, reflexionaba sobre la doble cara de la suerte, comprendiendo que a veces lastimas tus propios huesos al golpear con fuerza.

La alegría del olvido y la maravilla de escuchar el sonido de sus propios pasos en la gravilla le acompañaban mientras continuaba su caminar, sumergiéndose en la experiencia de vivir el presente.