The Days Of The Phoenix

ANÁLISIS | SIGNIFICADO

Recuerdo con claridad la historia de terciopelo aplastado que alguna vez me contaron. La cera de la vela que secó las flores, la misteriosa figura en la cama cubierta de rosas, invocando al sueño y ofreciendo descanso. Las palabras flotaban en el aire llenas de magia, susurrando como animales en la noche.

En ese círculo de rabia, los fantasmas se alzaban en una fase ascendente, mientras el tiempo parecía tan palpable que me negaba a dejarlo escapar. Los relatos de fantasmas se desvanecían, los secretos se escondían bajo el túnel. Nadie podía verme, como si me adentrara en un ayer eterno. Nuestros sueños no parecían tan distantes, deseaba permanecer en esa fantasía para siempre.

La chica en la pared siempre me esperaba, su sonrisa nunca se borraba. Los adolescentes de muerte, tanto chicos como chicas, bailábamos en medio de la oscuridad. Nada podía perturbarnos, nadie podía alterarnos, solo estábamos allí, danzando en la penumbra. Nada podía lastimarnos, nadie podía observarnos, éramos libres en ese baile etéreo. Todos éramos uno en la danza, suspendidos en el tiempo y el misterio, unidos por la música que nos envolvía. ¡Qué hermoso era aquel rincón de ensoñación y encanto donde podíamos ser libres y felices!